
Mi amiga “la emprendedora” me pidió que escribiera un articulo sobre emprendimiento. Y yo, que siempre tengo algo que decir, me quedé sin palabras. Por 3 horas no le contesté, no le dije ni una sola palabra.
¿Por qué quiere que yo escriba de emprendimiento?
Un emprendedor es el CEO de un unicornio. Es ese que ha levantado millones de dólares en Silicon Valley y terminó un doctorado en alguna universidad de la Ivy League. Yo soy solo una persona desvelada con una chiquita, pero muy hermosa panadería.
De inmediato recordé entrevistas que he escuchado en el pasado, busqué artículos y hasta recurrí a buscar en el diccionario de la RAE la respuesta a mi pregunta.
Escuché de todo y al principio no encajé con ninguna descripción.
Algunos dicen que un emprendedor sabe que lo es desde chico, se le nota a leguas (a mi no). Un emprendedor tiene una larga trayectoria laboral en otros emprendimientos (yo no). Un emprendedor se sienta en una mesa con las mentes más brillantes del planeta y les vende sus ideas (esto tampoco) y entonces, después de que me explotó la cabeza lo entendí todo.
En el emprendimiento, como en el resto de la vida, nada es blanco y negro. Está lleno de colores, formas, olores, sabores y melodías.
Ahora si, gracias a la terapia de los párrafos anteriores, estoy lista para contar un poco la razón por la que estoy escribiendo estas líneas y varios aprendizajes que he tenido hasta hoy.
Todo empezó hace un poco más de 3 años, cuando me di cuenta que por mis horarios de trabajo tenía tiempo de tener un side business y hacer algo propio. Mi amiga la financiera, y la que mejor cocina de todas mis amigas, estaba en una situación similar a la mía.
Después de muchas pláticas, ideas, dudas y risas, decidimos aventurarnos en el camino de la repostería y elegimos vender Babkas, unas trenzas deliciosas de pan brioche que probamos juntas en el 2009 y no habíamos encontrado una buena en esta ciudad.
Para no hacer largos esos 6 meses de pruebas, los voy a resumir en 3 partes:
- Nos tardamos 6 meses en vender nuestra primera Babka porque no nos convencía nuestra receta (así de especiales somos).
- Nos era muy importante nuestra imagen; nombre, logo, tipografía, colores, empaque (y nos tomamos el tiempo de hacerlo bien).
- Tuvimos que aventurarnos y entregamos las primeras Babkas porque nuestra familia nos compró y no podíamos quedarles mal (Desde ese día y a la fecha nuestros clientes son lo más importante para nosotros).
Y entonces, con una cuenta de Instagram y recomendaciones de boca en boca nos empezamos a dar a conocer. Comenzamos a tener más clientes, nuevos sabores y a desvelarnos mucho. Cada una cocinando en su casa y creciendo poco a poco pero cada vez más.
Pasaron los años y de repente llegó la pandemia. Nos sacudió igual que al resto del mundo y tuvimos que tomar una decisión; continuar con el negocio, cada una desde su casa, con todas la medidas de higiene necesarias para cuidar a nuestros clientes, seguir vendiendo y esperar lo mejor.
Gracias a la cultura de consumir local, a nuestros clientes que nos siguieron apoyando, al destino y a todo el trabajo que le metimos a este adorado negocio, dejamos de caber en nuestras cocinas y nos vimos orilladas a tomar una decisión: crecer o cerrar.
Rentamos una cocina un par de veces a la semana por dos meses y tampoco fue suficiente, por lo que tuvimos que dar el brinco que tanto nos estresaba. Tomamos todos nuestros ahorros, compramos equipo de panadería, contratamos un equipo de trabajo, buscamos un local y abrimos Omma Bakery.
Hoy aquí estamos, felices y llenas de trabajo. ¿Qué nos hizo hoy tener un negocio exitoso? Varias cosas que considero que tenemos en común con el resto de los emprendedores:
- Lo he escuchado en casi todas las entrevistas con los más exitosos empresarios y con mi historia lo confirmo. Todo se alineó para que mi side business se volviera mi adorado main business.
- Un buen socio. Encontré una socia que me complementa, que mis debilidades son sus fortalezas, que me hace salirme de mi zona de confort y que cuando no está de acuerdo conmigo, me lo hace saber.
- Pasión. Si bien no soy panadera, esta panadería es el lugar de mis sueños. Tengo un negocio que me motiva todos los días a seguir, a buscar y a mejorar por más exhausta que me sienta.
- Estómago. Esta es la parte más difícil. Aguantar las críticas, los consejos y afrontar los problemas del día a día con estrés.
- Servicio al cliente. Nuestra regla de oro es simple: los clientes siempre van primero, porque gracias a eso hoy estamos donde estamos. Tenemos clientes que se han vuelto nuestros amigos, que nos saludan en la calle y se emocionan por cada uno de nuestros logros. Eso en realidad, hace que todo valga la pena.
Esta empresa tiene todavía mucho por venir, mucho que aprender y crecer. Seguiremos dándolo todo; seguiremos creando y cocinando para lograr cada vez, llegar a más mesas y compartir con ustedes esto que tanto nos apasiona y llena de vida.
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